VISITA DEL DÍA DOMINGO

Oración por los sacerdotes
¡Oh Jesús mío! que después de preguntar a San Pedro si te amaba le constituiste Cabeza y Jefe de tu Iglesia, postrados a tus pies, humildemente pedimos no apartes de tu mirada cariñosa y divina protección del Papa, de los Obispos y Sacerdotes que la componen: a ellos confiaste los destinos de tu Iglesia y la salvación de las almas. Sé Tu el inspirador de sus trabajos y la fortaleza de sus debilidades. Dales a todos el Celo según tu Divino Corazón: la constancia en el cumplimiento de sus deberes y la perseverancia en la virtud.
A todos consérvales unidos por los vínculos de la caridad; que sean la luz del mundo y la sal de la tierra; bendice sus empresas y que mediante su apostolado se salven todas las almas confiadas a su paternal solicitud. Líbralos de los peligros del mundo y de las seducciones del Demonio a fin de que todos sean una misma cosa como Tú y Tu Padre y que ninguno se pierda… No te rogamos los quites del mundo que tanto los aborrece, sino que los guardes del mal. Santifícalos con tu verdad y a todos dale la gloria que gozas y que tienes preparada para los que te aman, donde canten eternamente tus divinas misericordias. Amén.

Oración por las Vocaciones Sacerdotales
¡Oh Padre Celestial, Dueño de la mies, que es la Iglesia! por el infinito amor que tenéis a Vuestro Hijo Divino, os pedimos en su nombre y en cumplimiento de su encargo, que os dignéis enviar a vuestra Iglesia y particularmente a la Diócesis de San Bernardo, numerosos y santos sacerdotes.
¡Divino Corazón de Jesús! por el amor que tenéis a las almas, por las cuales distéis vuestra sangre, enviadnos muchos y santos sacerdotes.
¡Oh María, Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, multiplicad el número de los que continúen en la tierra la sublime misión de Vuestro Hijo Divino!
¡San José, alcanzadnos sacerdotes santos!. Amén.
¡Señor, enviad santos sacerdotes a vuestra Iglesia!

No está aquí, ha resucitado. Lucas 24, 6

Jesús al alma
Después de la tempestad viene la calma; después del combate, la victoria. Nadie como Yo sufrió; nadie como Yo ha sido premiado… Muerto, fui colocado en un sepulcro bien sellado; al tercer día arrojé el sudario, sacudí la piedra de mi tumba y aparecí circuido de gloria, mostrando a las naciones la Cruz de mi ignominia y el estandarte de mi triunfo… Los guardias cayeron espantados… mis llagas eran soles, aparecí con tanto mayor gloria cuanto más humillado fui… No temas, Yo he vencido al mundo, al pecado y a la muerte… Morí una vez para no morir más y subir al Cielo a recibir el galardón a mis trabajos… jamás el mundo ha visto triunfo mayor: un ángel anunció mi Encarnación… un ángel anunció mi entrada en el mundo y un ángel anuncia mi Resurrección gloriosa: corazones amantes van en busca de mi cuerpo para ungirlo… y el ángel les dice: Cristo a quien buscáis no está aquí, ha resucitado: ved dónde lo pusieron… Que glorioso es mi Sepulcro…! Al salir de él pude decir: ¡Oh muerte, Yo seré tu muerte! ¡oh Infierno, Yo seré tu freno…! El Tabernáculo es también mi nuevo Sepulcro y del él salgo triunfante cuando voy a los enfermos, cuando recorro los templos, las calles y los pueblos… soy el mismo que apareceré en  las nubes, no humillado, sino con poder y majestad… Aprende también tú, ejemplo te he dado… Los días de existencia son para merecer; trabaja, no será coronado sino el que peleare con valor: algún día llegará la muerte, de ella depende lamentes tu derrota o cantes la victoria… Los grandes triunfos demandan grandes trabajos y fatigas. Si quieres ir al Cielo, resucitando como Yo, no lo olvides; es necesario te hagas violencia. A esa Patria se va por el dolor , por las pruebas, por el combate… La vida del hombre es una lucha, una milicia sobre la tierra. El sufrimiento conduce al Cielo…
No temas, Yo estoy contigo: seré el primero en entrar a combatir por tu bien, el último en retirarme; sólo Yo recibiré los golpes del enemigo; tuya será la victoria; con mi gracia todo lo puedes… Si quieres resucitar como Yo, debes renunciar hoy mismo al pecado, crucificar tus vicios y concupiscencias: arrojar al hombre viejo (el pecado) y revestirte del nuevo; (que soy Yo) eso es morir: te costará muchos vencimientos, lágrimas, fatigas, dolores… pero todas las cosas pasarán y tu tristeza se convertirá en gozo: cuando los demás y el mundo vengan en tu busca, al encontrarte… podrán decir: No es éste, ha cambiado, ha resucitado a la amistad con Dios, a la vida de la gracia… Si Yo resucité, así también tú. Yo he resucitado como primicia de los que duermen en el sepulcro… Soy el primogénito entre los muertos y reformaré el cuerpo de tu humanidad conformándolo con mi Cuerpo glorioso; al morir destruí tu muerte y al resucitar reparé tu vida… Así como resucité de entre los muertos por la gloria del Padre así también debes marchar a nueva vida.
Cuando te sientas desfallecer y el desaliento se apodere de ti, ven a mi Sagrario… Cuéntame tus penas, dime tus necesidades, ábreme tu corazón con franqueza y sin doblez… pídeme y recibirás, llama y te abriré: en mis manos está la vida y la muerte… Animo Yo seré tu recompensa en gran manera. No desconfía, la desconfianza como la ingratitud, me hiere mucho; de ti no la espero. Ven a buscar consuelo, alivio y fuerzas y tus deseos serán cumplidos. Pero cuidado, no me ofendas, mira que tengo en el corazón, muchas heridas… vendadas, pero no cerradas...

Meditación
Ahora medita un momento lo que has leído.

Rezo
Luego reza tres Padres Nuestros por la Propagación de la Fe.

Comunión Espiritual
Es el deseo de recibir a Nuestro Señor Sacramentado. Puede hacerse a cualquier hora del día o de la noche: basta no estar en pecado mortal y de estarlo, arrepentirse sinceramente y ponerse en gracia de Dios mediante el acto de contrición perfecta: es de suma utilidad al alma.

Comunión Espiritual, según San Ligorio
Creo, Jesús mío, que estáis en el Santísimo Sacramento: os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros: pero no pudiendo ahora hacerlo sacramentalmente, venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya os tuviera conmigo, os abrazo y me uno con Vos: no os apartéis jamás de mí.

Sufragio por los Sacerdotes
¡Oh Dios! que entre los apostólicos sacerdotes hiciste resplandecer a tus siervos con la dignidad pontificia o sacerdotal: haz te rogamos que se agreguen a tu eterna compañía. Recibe, te rogamos, Señor, por las almas de tus siervos los Obispos o Sacerdotes los sufragios y oraciones que te ofrecemos, para que, aquellos a quienes en este siglo diste la dignidad pontificia o sacerdotal, mandes sean unidos en el reino celestial a la compañía de tus santos. Te rogamos, Señor, que la clemencia implorada de tu misericordia, aproveche a las almas de tus siervos los Pontífices o Sacerdotes, para que alcancen la eterna compañía de Aquel en que esperaron y creyeron. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina, por lo siglos de los siglos, amén.

Visita Indulgencia al Santísimo.
S.S. el Papa Pío IX, concedió indulgencia de 300 días, cada vez, a todos los fieles que visitaren el Santísimo Sacramento, rezando cinco Padres Nuestro, Ave Marías y Gloria y otro Padre Nuestro, Ave María y Gloria por la intención del Sumo Pontífice. 15 de Diciembre de 1876.

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