EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ÁNGELES REBELDES

ORIGEN
Esta oración, compuesta por el Papa León XIII según el formulario de los exorcismos del Ritual Romano, puede ser recitada frecuentemente por todos, tanto en público como en privado, para poner en fuga a los demonios, disminuir su acción perversa sobre los pecadores, preservar a la Iglesia, la Patria y la Familia de los grandes males que la aquejan. Fue publicado por orden de Su Santidad León XIII (edición de 1954, tít. XII, c. III, pp. 863 y ss.)

OBJETIVO
Esta impresionante oración, ejerce particularmente su influencia en contra de los demonios y en favor de las personas y los lugares atacados por los espíritus infernales; cuyo único afán es perturbar gravemente la concordia y la paz cristiana, sobre todo cuando importa triunfar por medio de peligrosas tentaciones contra la fe católica o las buenas costumbres cristianas, procurando el endurecimiento de ciertos pecadores, crisis de desesperanza en las adversidades, fuertes asaltos al momento de la agonía y en general, sobre todas las calamidades públicas o privadas. Es por esto que está recomendado particularmente recitarlo en el curso de peregrinaciones.

CONDICIONES
No se exige ninguna autorización eclesiástica especial ni ayunos previos, pero se recomienda, en tanto sea posible, confesar y comulgar y hacer alguna penitencia o limosna preparatorias, a fin de obtener de él una mayor eficacia.

REZO PRIVADO
Puede hacerse en familia, o en oratorios privados, en ausencia de un sacerdote. La oración puede ser dicha por un clérigo exorcista, un miembro de una orden religiosa, y aún un simple laico, hombre o mujer, sabiendo que no actúa en estos casos como sacramental, por el hecho de ser un acto privado. Se trata de bautizados que imploran a la Trinidad Santísima y a los Santos el auxilio oportuno.

INDICACIONES
En la recitación hecha en común, los laicos omitirán decir las invocaciones litúrgicas reservadas al sacerdote y que aparecen establecidas en el texto. Donde aparecen las cruces sólo se santiguan a sí mismos. Al final del rezo del Exorcismo privado, se puede echar agua bendita sobre el lugar y las personas presentes.

REZO PÚBLICO
La recitación no sólo común -pero privada-, sino que propiamente pública, y solemne, ante una persona que se cree estar bajo los efectos de una posesión diabólica, SÓLO PUEDE SER REALIZADA POR UN SACERDOTE, con las facultades, dadas por el Obispo diocesano. Obrar de otra manera está totalmente prohibido.


-------COMIENZO------

En el Nombre del Padre + y del Hijo y del Espíritu Santo

Salmo 67
Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian.
Como se disipa el humo se disipen ellos, como se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

Salmo XXXIV
Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí.
Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte.
Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición.
Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate.
Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.
Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales.
Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron.
Mi alma se alegra en el Señor y gozará de su salvación.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Cómo era en el principio, ahora y siempre,
y por los siglos de los siglos. 
Amén.


SÚPLICA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo "contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires" (Ef. VI, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. II, 23), y a tan "alto precio rescatados" (I Cor. VI, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, perdieron su lugar en el Cielo. "Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor de universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados sus ángeles" (Apoc. XII, 8-9).
He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de "ángel de luz" (II Cor. XI, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.
Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.
La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Sam LXXVIII, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. XX).
Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.


He aquí la Cruz del Señor,
huid poderes enemigos.
R. Ha vencido el León de la tribu de Judá,
la raíz de David.

Señor, que tu misericordia
venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.

Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu)

OREMOS
Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.

EXORCISMO
Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesu + cristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, "el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (II Tim. II). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, "se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte" (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los "poderes del infierno nunca prevalecerán contra ella. Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos" (Mat. XXVIII, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +.
Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo, que "de ta modo amó al mundo que entregó a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna" (Juan III); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

- Señor, escucha mi oración.
- Y llegue a Ti mi clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)

R. Y con tu espíritu)

OREMOS
Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de la Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otro sino Tu mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos  que tu gloriosa Majestad se digne librarnos eficazmente y guardarnos sanos de todo poder , lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

De las acechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.

Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.

Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.

(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías III,3).

Pater noster,
qui es in caelis:
sanctificetur Nomen Tuum;
adveniat Regnum Tuum;
fiat voluntas Tua,
sicut in caelo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a Malo.

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.









Fuente: Adaptado por el Padre Pedro-Félix María. (Colección Piedad Católica N°7)

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