Bendita sea tu humildad
¡Oh José del alma mía!
Pues todo un Dios se gloría
De ella y de su castidad
¡Oh pasmo de santidad!
A ti clamo, en ti confío.
Sedme favorable y pío.
En mi vida y en mi muerte
y en trance tan duro y fuerte:
No me dejes, Padre mío.
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